The president of the Jérôme Lejeune Foundation, Mónica López Barahona, has joined a large group of doctors, academics, politicians, businessmen and representatives of civil society who – grouped together under the «Los 7.000» platform – have decided to raise their voices to ask the Congress of Deputies to stop the processing of the euthanasia law and to launch a «palliative care plan that reaches the entire population», since the essential thing is «to eliminate suffering, not the sufferer.»
What message does this manifesto want to convey?
The objective of the manifesto is to stop the processing of euthanasia legislation in our country. We appeal to the whole of society and especially to those who have the responsibility to approve or not this law. Euthanasia is the greatest failure in a situation of physical pain of suffering. When science and medicine cannot heal they must always care.
«Los profesionales sanitarios se forman durante años en sus carreras para tratar de curar, proteger y cuidar a los enfermos, no para acabar con sus vidas»
¿Es la eutanasia una solución a los enfermos que sufren?
No. Por eso es necesario y urgente que los esfuerzos hacia los pacientes en estado terminal, con patologías incurables o hacia los ancianos se enfoquen en su atención integral a través de programas reales, multidisciplinares y eficaces de cuidados paliativos. Los médicos y los profesionales sanitarios se forman durante años en sus carreras para tratar de curar, proteger y cuidar a los enfermos, no para acabar con sus vidas.
¿Qué le parece que el Gobierno aliente la tramitación de una ley de eutanasia en plena pandemia por el Covid-19?
La tramitación de una ley que regula acabar con la vida de las personas, o de algunas personas, en cualquiera que sea la circunstancias que ésta se produzca no es aceptable. Vivimos un momento especialmente dramático a nivel mundial en el que se ha puesto claramente de manifiesto la fragilidad del ser humano, la necesidad de potenciar la investigación básica y la actuación en muchas ocasiones heroica que han tenido los profesionales sanitarios. Cuando el mundo trata por todos los medios de encontrar la solución a una pandemia, nuestros diputados y senadores debaten sobre la procedencia de acabar con la vida de los más débiles. Aún golpean nuestras mentes y nuestros corazones las cifras de los ancianos que han fallecido como víctimas del Covid-19 y simultáneamente somos testigos del debate parlamentario que quiere llegar a regular cómo acabar con sus vidas. ¿Dónde está la coherencia? ¿De verdad importa la vida de los ancianos, los pacientes terminales, los pacientes incurables?