El estudio que aquí se nos propone muestra que la principal dificultad tiene su origen en «la pérdida del sentido de la objetividad de la moral», según los términos utilizados por el autor, por tanto en la ampliación del ámbito de lo relativo. y los “contigentes”.
Es decir, la moral como referencia a un bien que se impone a todos ya no constituye la base intangible del derecho, dejando el campo abierto a reclamos individuales cada vez más numerosos y variados, y allanando el camino, no más a la justicia, sino a la justicia. A la arbitrariedad Esta pequeña obra está cargada de significado y cuestionamientos sobre el futuro de nuestra libertad de conciencia, que ya está bien amenazada. En efecto, la evolución de nuestra sociedad, el desarrollo de las ciencias, el auge del individualismo generan una complejidad creciente del derecho y del derecho y colocan al juez ante nuevos problemas hasta estas últimas décadas.
Así, los tribunales de justicia, y en particular el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, son atacados con solicitudes relacionadas con el servicio militar, el juramento, la celebración de uniones y matrimonios civiles, la caza, la carrera, el aborto, la eutanasia, la educación de los niños, y muchas otras cuestiones que hasta hace poco no planteaban ningún problema.
Este fenómeno desordenado obliga a reflexionar sobre nociones fundamentales como conciencia, creencias, objeción, foro interno y externo. Este enfoque llevará a nuestro autor, cuyo rigor, probidad y profunda competencia nos es bien conocida, a desmantelar para nosotros un mecanismo paradójico de lo más preocupante: los derechos humanos, configurados como valor fundamental, por tanto vinculantes para todos, son cada vez más reivindicada por el legislador como modelo en campos como la bioética o la moral social, y por tanto amenazan con aplastar el derecho a la objeción y el ejercicio de las libertades individuales: el aborto es uno de ellos. implica cuestionar el derecho a la objeción de conciencia del personal médico.
Según Grégor Puppinck, para evitar este peligro, es importante que el estado cumpla con varios derechos y obligaciones. Conservemos entre estos últimos un esfuerzo de reconciliación entre los derechos en competencia, sin perder de vista el bien de todos, en particular en los campos de la moral y la religión, en el respeto de la conciencia personal, «juez supremo y testigo de la justicia». ”.