Durante seis años fue responsable de centros de abortos en África y Asía del Sur con la multinacional MSI
Un antiguo trabajador de una empresa internacional del aborto, ahora defensor de la vida, ha sido nombrado Director Ejecutivo de la Sociedad para la Protección del Niño no nacido (SPUC, por sus siglas en inglés).
Su nombre es Kevin Duffy y durante seis años fue director, consultor y responsable del desarrollo de centros para el aborto en África y Asia con la multinacional Marie Stopes International (MSI), ahora llamada MSI Reproductive Choices.
Desde la organización han anunciado su nombramiento y han avanzado que «su visión y experiencia únicas ayudarán a garantizar que se restablezcan las protecciones legales completas para los niños por nacer».
Durante su tiempo en MSI, admite que siempre supo que el aborto le quitaba la vida a una persona. «Pero en ese momento confiaba en la creencia de que las mujeres se someterían a abortos a pesar de todo, por lo que era mejor que se llevaran a cabo, en condiciones higiénicas y seguras», añade.
Píldoras caseras
Como responsable de los centros, pudo observar muchos abortos realizados y según confiesa, pensaba ocasionalmente: «Cuando entré en la habitación, había cuatro personas presentes y ahora solo hay tres». Fue cuando la multinacional para la que trabajaba empezó a promocionar medicamentos caseros autoadministrados para abortar, cuando Duffy comenzó a separarse de la línea de MSI y a cuestionar sus motivos.
«En todo el sector del aborto, hubo y hay muchos informes que plantean preocupaciones de que un número cada vez mayor de mujeres presentan abortos incompletos en las instalaciones después de autoadministrarse píldoras abortivas que habían comprado en las farmacias locales», afirma.
«Atención integral y segura»
Fue en marzo de 2019, cuando el directivo se separó definitivamente de MSI, después de recibir la noticia de que las mujeres en Reino Unido podían obtener píldoras abortivas a través del correo postal. Fruto de una investigación realizada por él mismo descubrieron que 26 paquetes de estos fármacos habían llegado a mujeres que no existían. «Las mujeres no están siendo bien atendidas y se pierden evaluaciones clínicas esenciales. Se les deja que gestionen las expulsiones por su cuenta en casa, y sin atención de seguimiento posterior. Esto está muy, muy lejos de la atención integral y segura del aborto que la industria del aborto afirma brindar», cuenta.
Al terminar su tiempo al servicio del aborto, decidió alejarse completamente del negocio. «Decidí poner mis conocimientos y experiencia al servicio del movimiento provida», dice. Está convencido de que «las falsas narrativas de la industria del aborto» que dicen `preocuparse por las mujeres´ «pueden ser derrotadas». «Trabajar dentro de los gigantes del aborto me ha expuesto a la naturaleza violenta del aborto y las formas frías e insensibles en que se tratan a los pacientes», dice.
