En Bélgica saben mucho de eutanasia, más que casi cualquier otro país. Quizá más que los nazis, que sólo aplicaron su eutanasia seis años, mientras que Bélgica lleva ya 18 años, desde 2002. Ya hay varias promociones de sanitarios belgas formados en la inquietante mentalidad eutanásica. Con una ley más detallada y amplia que Holanda, su «competidor» en el negocio, sus cifras no paran de crecer, siempre bajo la respetabilidad que da disfrazarlas con bata blanca.
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