La denuncia la formuló con precisión Grégor Puppinck hace menos de un año: «Las grandes instancias internacionales no tienen un contra-poder institucional. Ninguna instancia política ha tenido tanto poder en la historia como el que tiene el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH)». De hecho, sus jueces aspiran a que la Convención Europea de Derechos Humanos sea «un ‘instrumento vivo’ para que ellos puedan hacer evolucionar su contenido en función de su concepción cambiante de lo que es el bien».
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