La entrevista que la sección de La Contra de La Vanguardia ha realizado a la investigadora india Seema Jayachandran que, queriendo reforzar el relato del feminismo, cae en una contradicción que constata la injusticia que supone el aborto.
Jayachandran es cuestionada sobre por qué en las nuevas generaciones de indios faltan mujeres a lo largo de la entrevista.
La investigadora explica que el aborto se ha convertido en una forma de selección en Índia, y la mujer recibe la peor parte: «las clases medias y bajas han accedido en masa a la tecnología que permite el aborto. Al mismo tiempo, todos prefieren tener menos hijos e invertir más en ellos».
Seema Jayachandran investiga cómo el trabajo femenino genera crecimiento e igualdad, tiene 50 años y es californiana de padres matemáticos indios y culpa al aborto de la falta de mujeres y las consecuencias que provoca: «para poner en contexto ese horror piense que en Pakistán e India, donde lo he investigado, la falta de mujeres es un grave problema económico», afirma.
Ante la pregunta en la entrevista de si el acceso al aborto no es un «signo de modernidad», Jayachandran, que se muestra partidaria de la práctica abortistas, responde que «sí», pero que «concebir varones todavía está más valorado, porque así le transmiten sus propiedades, que no caen en manos del futuro marido, y su apellido. Incluso en algunas sectas, al varón se le supone más trascendencia eterna».
Lo que subyace en esta entrevista es que la mera existencia del aborto legal provoca que se use de manera injusta contra cualquier bebé por nacer, pero también contra cualquier colectivo que la sociedad no vea con buenos ojos. En el caso de la entrevista se pone el foco en las mujeres, pero otro ejemplo, que no se menciona, son las personas con síndrome de Down, que debido al aborto y al diagnóstico prenatal a penas nacen y se ha convertido en un colectivo prácticamente desaparecido por la selección que se les aplica. Lo mismo sucede con otros tipos de discapacidades que puedan mostrar los bebés en el seno de su madre en este tipo de diagnósticos previos al parto. Son niños condenados a no nacer.
«¿El aborto selectivo por género frena el crecimiento económico?», se pregunta a la entrevistada, cuyo tema es su investigación, «Merma y distorsiona los mercados de consumo y de trabajo y talento. Y aumenta los casos de rapto y de crímenes machistas». El periodista pregunta sobre si el crecimiento económico da, quita o deja igual los derechos de las mujeres: «La igualdad de acceso al trabajo genera crecimiento; pero el crecimiento no siempre genera igualdad. Uno de sus efectos indeseables es ese aborto masivo de fetos de niña que también perjudicó a China», responde Jayachandran.
«Observamos que se va frenando el descenso del número de nacimientos de niñas. Si mira el censo de India, desde 1980 no había dejado de descender y esa tendencia, en cambio, se va suavizando desde el 2015. Lo mismo sucede en China. Pero a menudo no son las propias mujeres las que se benefician de ser cada vez más escasas», afirma la investigadora.
Se trata de la línea fina sobre la que transita y hace equilibrios la visión relativista de la sociedad, que quiere el aborto, pero no cuando se usa contra las vidas que considera que merecen ser vividas contra las que no.