El Senado de Francia ha votado, por 166 votos contra 152, la inserción en el artículo 34 de la Constitución de un párrafo redactado de la siguiente manera: «La ley determina las condiciones en las que la mujer tiene libertad para poner fin a su embarazo. El proyecto de ley constitucional, que había sido presentado y aprobado primero en la Asamblea Nacional, fue modificado en gran parte.
El ECLJ ha manifestado que hubiese preferido que el Senado rechazara este texto. Esto habría puesto fin al proceso de revisión constitucional. Tal rechazo hubiera sido de sentido común: el aborto no tiene cabida en la Constitución, cuyo papel es dotar de institucionalidad a nuestro país.
El ECLJ contribuyó a concienciar a los senadores sobre el carácter extremo e inaceptable de la formulación inicial, adoptada por la Asamblea Nacional, y según la cual “La ley garantiza la efectividad y la igualdad de acceso al derecho al ‘Aborto’.
¿Cuál es ahora el siguiente paso?
El proyecto de ley constitucional pronto estará nuevamente en la Asamblea Nacional, para una segunda lectura a partir de la nueva redacción.
European Center of Law and Justice (ECLJ) ha afirmado que continuarán oponiéndose a tal adición a la Constitución. Efectivamente se basa en la misma mentira, en la misma trampa ideológica, la de la “libertad de las mujeres para abortar”.
La realidad social demuestra que el aborto no es una libertad. La mayoría de las veces, el aborto se realiza, no se elige. De hecho, según el Instituto Guttmacher, el 75% de las mujeres que han recurrido al aborto indican que fueron empujadas a hacerlo por limitaciones sociales o económicas. La misma mujer colocada en circunstancias más favorables no tendría recurso al aborto. Son estas circunstancias, estas limitaciones sociales o económicas las que determinan la decisión de abortar.
Más fundamentalmente, declarar que la destrucción de la vida humana es una libertad humana es una elección terrible. Anteponer la libertad a la vida es un suicidio. El hombre es libre, pero primero está vivo. La vida es un requisito previo para la libertad. Más que promover el aborto como un derecho abstracto, sería más sabio y beneficioso para todos, y para la sociedad en su conjunto, considerar el aborto como lo que es: un grave problema social, posible de prevenir.
Una constitución sirve para conferir instituciones a un pueblo para que pueda perseverar en la existencia: el fin último de una constitución es servir a la vida del pueblo.